miércoles, 29 de abril de 2020

Crónica 49ª. El virus que buscaba una vacuna en los pobres

Hace una semana, en Oxford, se efectuó un primer ensayo con voluntarios humanos para validar una vacuna contra el coronavirus. Y situaciones similares se están produciendo en otras regiones mundiales: una empres farmacéutica china ha solicitado permiso al gobierno de Pakistán para obtener voluntarios con el mismo objetivo. Existe mucho ingenio e impulso político y económico para obtener una vacuna en mucho menos tiempo del que habitualmente se requiere. Tanto como valor muestran los desinteresados voluntarios que aceptan arriesgar su salud. Lo que rechina es el uso cada vez mayor de naciones más pobres como campo de prueba para ensayar nuevos medicamentos. Lo denominan "globalización de los ensayos clínicos". Si los pobres ya trabajaban fabricando zapatos y camisas para los ricos, ¿por qué no en la fabricación de curas y vacunas?

La India es un país superpoblado con enormes niveles de pobreza, que carga con el 20% de las enfermedades que se suceden en el mundo. Su infraestructura sanitaria es lamentable pese a que cuenta con científicos capacitados y buenos laboratorios. Sin embargo, es el país pobre más elegido por las compañías farmacéuticas para realizar ensayos de medicamentos. Muchas personas pobres han sido reclutadas sin saber que participaban en experimentos. Miles murieron, aunque como no se mantienen registros, se desconoce a cuánto asciende la cifra de muertos. Los datos del gobierno hablan de casi 3000 muertes entre 2005 y 2012, pero es previsiblemente mucho mayor. Los escándalos y las decisiones judiciales conllevaron a endurecer la regulación legislativa, pero las compañías comenzaron a retirarse y el gobierno debió volver a aflojar.

India es un país donde la tuberculosis mata anualmente a 440.000 personas. Compárese esta cifra con los 220.000 fallecidos hasta la fecha por coronavirus en todo el mundo. Pese a ello, solo 0,7% de los ensayos clínicos efectuados en India están orientados a probar tratamientos contra la tuberculosis. En los niños, laa principal causa de mortandad es la diarrea, pero menos del 1% de los ensayos se refieren a infecciones gastrointestinales. Más del 12% de las pruebas farmacológicas efectuadas en la India están diseñadas para encontrar curas contra el cáncer, la mitad del número total de ensayos dirigidos a enfermedades infecciosas. Aun así, en India se investiga más los problemas de la piel y el desarrollo de cosméticos que las enfermedades infecciosas. Combatir la tuberculosis o la diarrea entrega pocos beneficios económicos a las empresas farmacéuticas, pero mucha recompensa económica en curas para el cáncer o conseguir mejores cosméticos. Por ese motivo los cuerpos de los pobres se explotan para aliviar las dolencias de los ricos.

Se espera que este año o el próximo haya una vacuna para la Covid-19. Cuando la pandemia llegue a su fin, millones de personas seguirán muriendo por falta de medicamentos básicos. Si no nos hemos tomado sus vidas en serio anteriormente, por qué íbamos a hacerlo una vez que desaparezca la devastación muy menor del coronavirus. Sucederá, con toda probabilidad, que seguiremos ignorando a los pobres y permitiendo que el beneficio empresarial tenga prioridad sobre las personas.


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