miércoles, 22 de abril de 2020

Crónica 38ª. El virus que le vino bien a Aramco

Durante el mes de marzo, Arabia Saudita adoptó la decisión de aumentar la producción de petróleo en respuesta a la ruptura por parte de Rusia de la mesa de negociación de la OPEP, donde se deseaba pactar un recorte de la producción. Arabia puede permitirse convivir con un bajo precio del petróleo (sus costes de producción según Rystad Energy son 9,90 dólares por barril), pero Rusia no. Con el coronavirus en aude por todo el planeta, las previsiones a muy corto plazo presuponían una fuerte caída de la demanda de crudo. Pese a ello, el principal productor de petróleo del mundo optó por inundar el mercado. 

Solo unos pocos meses antes, en septiembre de 2018, el atentado terrorista contra las instalaciones de Aramco obligó a interrumpir la producción del reino Saudí y a tirar de reservas para hacer frente a compromisos. Al mismo tiempo, en plena guerra comercial entre Estados Unidos y China, el presidente Trump trataba de mantener controlado el precio del petróleo controlado. Para ello, la industria del petróleo de esquisto estadounidense bombeaba sin cesar para contrarrestar los recortes de la OPEP y aumentar la oferta, mientras acusaba a su aliado y competidor, Arabia Saudita, de mantener de forma artificial los altos precios del barril de crudo.  

La Casa Blanca había aplicado medidas de reestructuración de deuda en un sector, el del petróleo de esquisto, que solo es rentable por encima de los 50 dólares por barril. Estaban las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina y necesitaba que la economía funcionase perfectamente. Lo que hizo fue hinchar una burbuja que tarde o temprano estallaría.

Y la burbuja ha estallado, pero por donde no se esperaba. El colapso de la demanda tiene su origen en una pandemia mundial imposible de prever y ha pillado a EE.UU. con sus inventarios de petróleo al máximo por el mayor ritmo de bombeo. El hundimiento de la demanda en los Estados Unidos ha provocado que el Brent, de referencia en Europa, se desplomase más del 30%, por debajo de los 20 dólares, y que el lunes los contratos con vencimiento este jueves entrasen por primera vez en la historia en terreno negativo: los traders pagaban hasta 40 dólares por barril para quitarse de encima un petróleo que no saben dónde almacenar.

Con la mayor parte de los países desarrollados encerrados en casa para frenar el avance del coronavirus, no hay demanda de crudo. Además, nadie prevé que los precios de hoy sean más bajos que los de mañana, sino al contrario. La espiral bajista es inevitable. Sin embargo, para Arabia la aparición del coronavirus ha constituido un póquer de ases: no solo dispone de espacio para almacenar crudo, por las consecuencias de atentado, sino que su mercado de referencia, Asia, no ha disminuido tanto su demanda. 

Durante la China no redujo las importaciones y cuenta con capacidad de almacenamiento para comprar petróleo a los precios bajos actuales. Y no solamente China. La India también está manteniendo la demanda de petróleo y tiene planeado aumentar sus reservas. En cambio, para Europa, perro flaco en esta historia, todo son pulgas.




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