lunes, 11 de mayo de 2020

Crónica 63ª. El virus que quería ser maduro

Aunque la estadística no nos coloque a los mayores de 50 años en una situación de excesiva alerta frente al coronavirus, desde las órdenes gubernamentales se intenta confinarnos más y mejor en las empresas con actividad. Traer de vuelta al personal laboral de su reclusión en orden inverso de edad, es querer ahondar aún más en las desigualdades inconstitucionales que el Gobierno, en su inmensa sabiduría, nos viene deparando a todos, y directamente una paternalista forma de estigmatizar para mucho tiempo a un sector de la población. Lo mismo que se justifican los triajes por aquello de que el derecho a la vida parece que lo es más conforme menor edad se tenga, ahora van a provocar algo parecido con el derecho al trabajo. 

Las políticas del Estado deberían favorecer la experiencia y la edad. El INE informe de que los trabajadores mayores de 65 años han pasado del 5% al 11% y se proyecta que representarán la mitad del aumento del empleo en los próximos diez años. Esto, que debería constituir un motivo para dar saltos de alegría (supone hacer frente al envejecimiento de la población y una manera directa de reducir los subsidios por jubilación), ahora parece que es motivo de honda preocupación. Detrás vamos los de cincuenta. Arreando. Pese a que siempre lo tenemos todo en contra.




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