martes, 17 de marzo de 2020

Crónica 1ª. El virus que quiso ser sueco

Muchas personas han estado comprando, acaparando más bien, papel higiénico como parte de sus preparativos para el avance del SARS-Cov-2. Acumular papel higiénico es una precaución terrible además de una muestra de egoísmo apocalíptico. ¿No es mejor cooperar que hacer la guerra en solitario? Lo peor que puede pasar es que el mundo caiga en manos de la estupidez y la ignorancia. Aunque el desafío fundamental es que nadie ha dicho a la población cómo prepararse para una contingencia como esta. Como viene demostrando el coronavirus, ante una situación de emergencia una masa crítica de personas necesita saber qué hacer. Miremos hacia Suecia, un país que ha practicado la política de informar claramente a su población sobre las amenazas y cómo prepararse.

La Agencia Sueca de Contingencias Civiles, MSB, es el principal agente innovador de Europa a la hora de preparar a la población para lo peor. Hace dos años publicó el folleto "If War or Crisis Comes" con consejos fáciles de entender para el gran público. La seguridad nacional como esfuerzo de toda la sociedad no es algo nuevo en Suecia. Durante la Segunda Guerra Mundial, el país, enfrentado a la Alemania nazi, mucho más grande y con fuerzas armadas mucho mejor equipadas, fue pionera en el concepto de "defensa total". La sociedad al completo ayudó a las fuerzas armadas a retrasar la invasión nazi. Posteriormente, durante la guerra fría y bajo el riesgo de una posible invasión soviética, Suecia perfeccionó su sistema de defensa total. "If War Comes", folleto en el que se basa el nuevo folleto, surge como parte de ese esfuerzo. En teoría nunca abandonó la defensa total, aunque se desmanteló fuertemente a principios de la década de 2000. Ahora, en respuesta al resurgimiento de Rusia y el surgimiento de la llamada guerra híbrida, se está reconstruyendo la defensa total.

¿Qué harías si tu vida cotidiana se viniese abajo? La MSB enumera lo que podría suceder como resultado de una crisis:
  • La calefacción deja de funcionar.
  • Se hace difícil preparar y almacenar alimentos.
  • Las tiendas pueden quedarse sin comida y otros bienes.
  • No hay agua en los grifos ni en el inodoro.
  • No es posible llenar el depósito del automóvil.
  • Las tarjetas de pago y los cajeros automáticos dejan de funcionar.
  • Las redes móviles e Internet no funcionan.
  • El transporte público y otros medios de transporte quedan paralizados.
  • Se hace difícil obtener medicamentos y equipo médico.
Equipada con respuestas a estos problemas, a la población española le habría ido mejor cuando el virus de la Covid-19 comenzó su marcha por nuestro país. Todos habríamos sabido qué artículos tener en casa (alimentos y líquidos, principalmente) y los habríamos comprado gradualmente antes de que el virus se convirtiera en una preocupación más seria. Nada mejor que inocular histeria anunciando un estado de alarma en diferido con 24 horas de retraso. Sin un mensaje claro de cuáles son los límites de lo que va a suceder y una confirmación enérgica de que lo básico va a seguir funcionando (supermercados, farmacias, ¿de verdad los estancos?), la población reacciona como mejor le parece: unos con histeria y locura acaparadora, otros con sosiego (dejando hacer). Yo me reafirmé en la hipótesis de que la sociedad es muy mediocre.

Suecia no está sola en hacer de la población una parte activa de la preparación para la crisis. Lituania ha publicado un folleto similar. El gobierno de la ciudad de Tokio tiene una guía sobre terremotos que ofrece consejos para residentes, que incluyen cómo apagar y restablecer la energía, qué elementos tener en una bolsa de emergencia y cómo usar un inodoro cuando se corta el suministro de agua. El programa de preparación para emergencias de San Francisco aconseja a los residentes cómo pueden valerse por sí mismos durante 72 horas durante un terremoto, porque eso es lo que se espera que hagan. A juzgar por los precios de las propiedades en Tokio y San Francisco, los residentes no se alarman. Letonia, a su vez, está implementando un plan de estudios de defensa nacional en todas sus escuelas secundarias, enseñándoles sobre las amenazas al país y su papel para mantener el país seguro.

Los suecos no son mejores ni más cívicos que los españoles. Teniendo a Rusia muy cerca, simplemente están más sintonizados con las amenazas a la seguridad nacional. En España, por el contrario, dos generaciones de ciudadanos no han tenido que preocuparse por la seguridad nacional y el grueso de los inmigrantes jamás hubiesen pensado verse en una situación similar. Pero eso va a cambiar. Incluso cuando la Covid-19 finalmente haya disminuido, la necesidad de participación pública no desaparecerá. Se presentarán otras amenazas, ya sean nuevos virus, fenómenos meteorológicos extremos, campañas de desinformación o ataques cibernéticos devastadores.

Al tiempo.



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