miércoles, 18 de marzo de 2020

Crónica 2ª. El virus que reinfectaba a los pacientes

El tema de los pacientes reinfectados por coronavirus genera debate. El 27 de febrero Reuters informó de una paciente, guía turístico en Japón, que dio positivo por el virus después de recuperarse. El 14 de febrero, un hombre de 70 años, positivo durante el crucero Diamond Princess, fue llevado a un hospital en Tokio, donde estuvo ingresado hasta dar negativo. El 2 de marzo se fue a su casa, comenzó a sentirse enfermo de nuevo y con fiebre, y volvió al hospital el 13 de marzo donde dio positivo por el virus.

Nada de todo eso constituye una prueba científica de que nos podemos reinfectar. Primero hay que confirmar si los resultados de las pruebas que dieron negativo fueron precisos. Incluso si la prueba se realiza correctamente, aún puede obtenerse resultado positivo cuando no hay infección (es lo que en estadística se llama el error alfa: qué probabilidad de certeza tiene una prueba). Hay que verificar dos o tres veces que cada paciente reinfectado no sea, en realidad, una infección larga en la que una prueba dio negativo por error.

No conviene olvidar que la inmunidad que se acumula tras estar expuesto a cualquier virus depende no solo del virus en sí, sino también del sistema inmunitario y su respuesta. Cuando el sistema inmunitario lucha contra un virus por primera vez, puede no estar listo para defender el cuerpo contra el virus invasor. La exposición al virus, ya sea a través de una vacuna o por infectarse, puede hacer que el sistema inmunológico responda bien. Un sistema inmunitario fuerte puede estar listo y con las defensas adecuadas para la próxima vez que el virus llegue.

La respuesta inmune a un virus no es la misma siempre. El sistema inmunitario del cuerpo debe recordar al virus. Con el tiempo la inmunidad puede desvanecerse. Un artículo reciente de la National Science Review dice que hay dos versiones del coronavirus de la Covid-19 deambulando por el mundo. Si realmente circulan distintas versiones, la estrategia que me gusta tanto de la inmunidad colectiva (Reino Unido, Suecia, Lituania) puede no ser un éxito, o un éxito relativo porque hace que muera mucha gente. Hasta ahora, la tasa de letalidad parece estar entre el 1% y el 3,4%, que no es tan alto como el SARS pero sí más que la de la gripe.

Al final la única conclusión posible es que, de momento, no sabemos nada. ¿Qué porcentaje de personas se vuelven inmunes al virus si se exponen? No se sabe. ¿La inmunidad evitará la reinfección? No se sabe. ¿Cuánto duraría esta inmunidad, dos años como en el SARS o mucho menos? No se sabe. ¿Cuántas versiones del virus hay circulando? No se sabe.

Y cuando todo esto haya pasado, tendremos que seguir limitando los abrazos, hurgarse en la nariz o lamer los pomos de la puerta. Deberíamos seguir manteniendo las distancias con nuestros semejantes, lavando las manos con frecuencia y minuciosamente, evitar que los dedos sucios alunicen en nuestra inmensa cara y desinfectar activamente superficies, objetos y cacharros. El hecho de haber sobrevivido a la primera infección no significa necesariamente que exposiciones futuras bien. Conviene recordar que en las películas de terror, el superviviente de la masacre original siempre fallece en los primeros minutos de la secuela.


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