miércoles, 18 de marzo de 2020

Crónica 5ª. El virus que deseaba ser confinado

En China, a fecha de hoy (18 de marzo), el número de fallecidos por COVID-19 se duplica en 31 días (muy buena señal). En España, Holanda y Reino Unido, en solo dos días (estamos en el peor momento sin duda). En Italia, en 4 días. 

La tasa de mortalidad ha ido variando. En enero, la OMS la estimó en un 2%. El 3 de marzo (hace quince días), la OMS la tasó globalmente en el 3,4%, muy por encima del 1% de mortalidad de la gripe estacional. La mortalidad del COVID-19 depende en forma muy intensa de varios factores: edad, patologías previas, tabaquismo, etc. Es mayor en ancianos, en varones y en quienes tienen enfermedades crónicas, como hipertensión, diabetes, isquemia coronaria, enfisema pulmonar y otras. Las muertes sobreviene en casi todos los casos por neumonitis vírica (afectación directa del pulmón por el virus) o por neumonías bacterianas sobreañadidas. 

Es difícil evaluar el impacto en la mortalidad general diaria. En China mueren alrededor de 28.000 personas al día, y desde primeros de enero hasta el 18 de marzo los fallecidos por coronavirus fueron 3.237 personas. En el mundo han muerto 8.312 personas a fecha de hoy. A diario fallece más de un millón de personas. En España llevamos contabilizadas en el mismo periodo un total de 623 muertes. A diario mueren 1.170 personas.

La mortalidad depende de cómo se diagnostique una enfermedad. Si se hacen pruebas diagnósticas a toda la población, muchos pacientes darán positivo pero serán asintomáticos o tendrán molestias menores, tipo catarro. La mortalidad será menor respecto al total diagnosticado, caso de Corea del Sur con una mortalidad del 0,7% y una estrategia basada en la búsqueda activa de casos y su aislamiento voluntario, con puestos públicos en la calle para facilitar las pruebas diagnósticas a toda la población. La mortalidad puede variar según países sin saber bien las causas, como ocurrió con otro coronavirus, el MERS-CoV (síndrome respiratorio de Oriente Medio), cuya mortalidad en Arabia Saudí fue el doble que en Corea del Sur.  Cuando aumentan mucho los casos se suele prescindir de la prueba diagnóstica y considerar a todo paciente como enfermo de coronavirus si tiene síntomas clásicos de infección respiratoria. Esto produce un aumento relativo de la mortalidad ya que los pacientes clínicos están ingresados precisamente por su mayor gravedad.  

Si se tiene en cuenta la infección habitual por coronavirus comunes, la casuística revela que en el 25% de los casos la infección no produce síntomas. En invierno, los coronavirus 229E y OC43 (HCoV-229R y HCoV-OC43) producen el 30% de los cuadros catarrales-gripales comunes, algunos de los cuales se complican y ocasionalmente se asocian a neumonías, hospitalizaciones y muertes. El COVID-19 sigue esta tendencia.

En general, las medidas de contención son eficaces. En China, la mortalidad en Hubei (región origen del foco) fue superior al 3,4% mientras en el resto del país se mantuvo en el 0,7%. Se incide especialmente en las espectaculares cuarentenas o confinamiento de ciudadanos y su distanciamiento social, pese a que se ha revelado que el COVID-19 persiste hasta 3 horas en el aire y 3 días en superficies de plástico y de acero inoxidable. Nada de ello impide que el virus alcance todos los confines del planeta. es tentador pensar que hay correlación entre las medidas que se están adoptando y el aplanamiento de la curvas de incidencia, pese a que la evolución de la pandemia en China resulta común a toda epidemia de virus respiratorios, que comienza, alcanza un pico y regresa espontáneamente.

En el Reino Unido, por el contrario, convencidos de que la pandemia es incontenible, optaron en un principio por no recurrir ni a distanciamiento social, ni a cuarentenas, ni a cierres de escuelas, aunque parece que las presiones internas están haciendo modificar la decisión. En cualquier caso, se atenderán los casos más graves, confiando en que los casos leves adquieran inmunidad: “aprender a convivir con un virus nuevo que ha venido para quedarse”. Suecia sigue una política similar basada en capacitar a la población de manera adecuada sobre qué hacer y qué medidas de protección tomar.

Vivimos tiempos en que podemos obtener información en tiempo real de la pandemia, pero en casos como España es alarmante que solo se aporte el número de casos y fallecimientos, sin informar del número de hospitalizaciones y muertes por grupos de edad, sexo, clase social, enfermedades y consumo de medicamentos. Yo, al menos, no los he encontrado en ninguna parte todavía.



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