sábado, 13 de marzo de 2021

Post Crónica 6: posiblemente esto se vaya acabando

Si usted observa el siguiente gráfico de incidencia del virus en varios países (señalados a la derecha), seguramente quede desconcertado:


Vayamos por partes. Hace un mes se alcanzó en Europa el pico de lo que se ha dado en llamar tercera ola de la pandemia. En la mayor parte de los países europeos se distinguen a la perfección tres picos: el primero entre marzo y abril de 2020, el segundo entre septiembre y octubre de 2020 y el tercero entre diciembre 2020 y enero 2021. Desde mediados de enero en todos los países de Europa los contagios empiezan a caer y las muertes, que van desacopladas con una semana de retraso, inician su descenso una semana más tarde.


Como se observa, en España, Francia o Reino Unido se han dibujado tres olas con similar cadencia. Alemania solo ha sentido dos olas, siendo un caso un tanto especial. 

Otro caso especial es Suecia, donde directamente decidieron elegir la inmunidad de grupo en lugar de los confinamientos masivos. En este país la segunda ola ha sido más prolongada y repuntó tras las navidades, pero sus cifras son mejores que en otros países sometidos a enclaustramientos e inmovilidad severos.

En países de menor tamaño se observa una primera ola suave, apenas perceptible, una segunda más fuerte y, en ciertos casos, como en Portugal, una tercera devastadora.


Grecia es caso aparte. No sufrió primera ola apenas, y la segunda y tercera son de mucha menor importancia que en países más ricos de su entorno.


En Irlanda la tercera ola ha sido muy dura, mientras que la primera y la segunda fueron suaves. 


En Italia más que de tres olas se puede hablar de dos. La segunda arrancó a mediados de octubre, tocó techo en noviembre y, desde ese momento, ha ido cediendo con ciertos leves repuntes.


En Estados Unidos la tercera ola ha sido mucho más duradera, pero igualmente el descenso de incidencias está siendo muy acusado.

Canadá, su país vecino al norte, observa el mismo comportamiento pero con números mucho más bajos.

Vayamos con Asia. Con los dos grandes y el surcoreano. India no tiene motivos para vivir bajo el estrés que impera en Occidente.

Corea del Sur lo tiene todo bien controlado.

En China, donde todo comenzó, la gráfica lineal comparativa apenas aporta información.

Sus buenos datos, de creérnoslos, porque ya sabemos cómo se las gasta el gigante asiático con la información, solo son perceptibles en la escala logarítmica.

Y en Latinoamérica miren lo que sucede:



Por decir algo, diríase que viven en una primera ola iniciada tras el verano septentrional que todavía perdura, pero con cifras que ya quisiéramos por estos pagos. 


La tasa de fallecimientos ha pasado de ser insostenible entre abril y noviembre de 2020, a una "comodidad" inferior al 2% en la mayoría de países (excepción hecha de México).

Si diseccionamos el mundo por continentes, veremos con claridad cómo Europa y América se han llevado la peor parte. Los países pobres de Asia y África apenas han tenido motivos para creer que una pandemia demoníaca estaba empeñada en diezmar a la población humana.


Todas las tendencias que se observan en marzo de 2021 invitan a pensar que la maldición que nos asola está tocando a su fin. Desde la última semana de enero es posible observar que tanto los contagios como los fallecimientos están cayendo de manera significativa en todo el mundo. No estamos ante un diente de sierra, sino ante una caída sostenida. En contagios diarios se ha pasado de los 844.000 del 7 de enero a los 289.000 de hace una semana, lo que supone una reducción del 65% en mes y medio. Si de aquí a la segunda semana de abril este ritmo se mantiene, se habrá bajado a unos 100.000 nuevos casos diarios en todo el mundo, lo cual son cifras de hace diez meses.

Algo con ello ha de ver que la seroprevalencia sea cada vez mayor en el mundo, que es lo que tiene que suceder con las pandemias conforme pasa el tiempo. En España ronda el 10% aunque es posible que sea más alta. Encontrarse con gente que ha pasado la Covid es cada vez más habitual, especialmente en ciudades muy castigadas como Madrid, Milán o Londres. En Madrid, un estudio de seroprevalencia a mediados de diciembre la situó en el 18,5%. No es arriesgado conjeturar que una cuarta parte de los madrileños ya han padecido la enfermedad. El virus va perdiendo huéspedes en los que reproducirse y seguir contagiando.

Ya veremos qué pasa con las vacunaciones.


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